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sábado, 12 de febrero de 2011

El trabajo más difícil de todos: La búsqueda del primer empleo

La infancia, la niñez y la adolescencia son etapas maravillosas de nuestras vidas, pero que presentan ciertos obstáculos. En esos años, aprendemos a escribir y a leer, nos enamoramos por primera vez y descubrimos un sinfín de cosas, que en algún momento eran percibidas por nosotros como misterios indescifrables. Es en esa etapa de la vida, cuando nos enfrentamos a uno de los retos más trascendentales, la búsqueda del primer empleo. Y es en ese momento, cuando deseamos volver a ser chicos y pensamos: “¿Por qué, en mis primeros años de vida, pensé o le dije a mis viejos que quería ser grande?”.

Cuando soltamos los apuntes y agarramos los clasificados en la sección “EMPLEOS” es cuando tomamos conciencia de lo difícil que es conseguir un trabajo. Esa frase que alguna vez escuchamos y que dice “No hay trabajo más difícil que la búsqueda de un empleo”, por primera vez adquiere relevancia en nuestras vidas y se convierte en una preocupación constante. Por primerísima vez nos preocupamos por esas frías cifras brindadas por organismos nacionales e internacionales que describen a la Argentina como el segundo país de Latinoamérica con mayor desempleo juvenil, ya que el 30,9% de los jóvenes de entre 15 y 24 años está en situación de desocupación, lo que equivale a que uno de cada tres jóvenes no tiene trabajo. Y es también en ese momento, cuando comenzamos a buscar en la Internet, sitios web que nos ayuden a entender el test psicológico del hombre bajo la lluvia o a elegir las más oportunas fortalezas, debilidades, amenazas y oportunidades.

Y cuando pensamos que estamos cayendo en un pozo sin fin, de repente suena el teléfono y nos dicen que fuimos pre - seleccionados para trabajar en un call center o para hacer una pasantía rentada. Y vamos muy entusiasmados a la entrevista, donde nos plantean todo tipo de situaciones imaginarias, juegos de roles, exámenes de cultura general, nos interrogan sobre nuestra vida personal y social, etc. etc. Y pasamos de una entrevista a otra, de un irónico psicólogo laboral a otro, hasta que finalmente conseguimos nuestro tan deseado primer empleo. “¡Que felicidad…!”, pensamos y luego exclamamos. Y luego llega nuestro primer sueldo. Y luego recibimos nuestra primera tarjeta de crédito. Y más adelante estamos a la expectativa de nuestro primer ascenso. Y cuando nos dimos cuenta, dejamos de ser chicos, dejamos de ser adolescentes y nos convertirnos en “adultos”. Y es en ese momento, cuando vuelve a nuestra mente aquel recurrente pensamiento que enunciaba: “¿Por qué, en mis primeros años de vida, pensé o le dije a mis viejos que quería ser grande?”.

Equipo de producción de “Seguí Participando, Jóvenes en Acción”


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