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miércoles, 1 de septiembre de 2010

Y llegó la Radio abierta a la fiesta del mes del niño

Fue raro, en general estamos acostumbrados a que nos inviten a participar de jornadas y se nos suele pedir “¿Chicos qué les parece si hacen una radio abierta en el marco de la jornada? Va a haber otras actividades, charlas, kermese, títeres, música, y ustedes pueden armar una radio que es lo que hace Abrojos”. Y nosotros vamos, creyéndonos los únicos que optamos por una propuesta de esas características.

En las jornadas del mes de niño que se desarrollaron durante los días 26 y 27 de agosto en el Centro Cultural Juan B Terán todo fue distinto. La Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia organizó todo el evento como una propuesta circense que utilizó micrófonos, música, cortinas y mensajes como modo de promover la participación del público. Uno llegaba y parecía que se metía en un paisaje de fantasía. Si había algo que no se parecía justamente a esos eventos acartonados y desafectados que se suelen hacer desde organismos públicos fue el homenaje a los niños que vivimos y protagonizamos. Y si bien la intención de sus organizadores era hacer prevalecer el clima de un circo (porque así estaba escenificado), todo se vivía como una mezcla entre esos dos tipos de vivencias, la de la magia de las carpas de los payasos y la de la magia del sonido que se amplifica a través del micrófono. Debe ser porque entre otras cosas la fiesta coincidió con un nuevo cumpleaños de la radio en argentina. Sí, la chica a pesar de seguir siendo joven y de tener muchos años por delante, ya llegó a los 90 años. Qué lindo es hacer radio un día tan especial como el cumple del medio.

Así que cuando esa banda de compinches que creen seguir viviendo la adolescencia que son los integrantes de Abrojos, se hicieron cargo de la radio y se sentaron en torno a la mesa que fungía de estudio se vivió como un traspaso de un programa a otro. Así, como hacen los conductores de los programas que estamos acostumbrados a escuchar. “Bueno chicos no se vayan que ahora van a seguir con el programa de la Red de Jóvenes”, anunció el presentador del circo que ya venía animando con Reggeaton, lectura de mensajitos y entrevistas a los chicos. Y la verdad que daba para entrevistar y rescatar voces casi sin descanso, hubo cerca de 250 niños y niñas en la fiesta. También preceptores, equipos técnicos, docentes, autoridades, etc. Muchas personas que día a día llevan adelante diferentes tipos de actividades en Institutos, hogares y centros de día que trabajan bajo programa del Ministerio de Desarrollo Social de la provincia.

Y otro detalle. Todo transcurrió bajo el manto de un sol primaveral, esos días que uno no puede dejar de comentar con dichos como “Y qué bueno como acompañó el día, no?” o “No sabes. Hoy lo primero que hice cuando me levanté fue fijarme en la tele los datos del tiempo. Qué tranquilidad me dio cuando escuché que iba a estar hermoso”. Es que en este tipo de eventos el tiempo influye sí o sí.

Vayamos volviendo a lo que estábamos contando. Abrojos toma el micrófono, con Manu y Coque en la conducción, y el resto del equipo haciendo las tres mil tareas necesarias que conlleva un programa se sienta y comienza a desarrollar más o menos lo que se tenía previsto según el guión que se había armado. Bueno en realidad se intentó hacer eso, porque la verdad de la milanesa es que José del Belgrano, ese niño a veces retraído, a veces introspectivo, que mira para abajo y se muestra remiso a la participación en los momentos de talleres en la facultad, se robó la cancha, agarró la número cinco en la mitad del campo, erguió el cuerpo, puso altiva la mirada, y dijo “Momentito, acá mandó yo, esta radio la conduzco yo”.

Y podemos asegurarle que fue casi por completo de ese modo, saludó a los presentes, agradeció la colaboración en actividades y se refirió a la belleza de la jornada, le puso voz al dictado de las consignas, fue pasando el micrófono para cuando los niños se acercaban a dejar mensajes, anunció temas musicales, hizo de todo José en la tarde del jueves. De nuestra parte, un placer, aunque che, eramos nosotros los que teníamos ese saber especial, ese toque distintivo que nos separa del resto, nos hace distintos y nos da de comer al ego. Umm, vamos a tener que revisar esa convicción. José y Roberto, los jóvenes del Belgrano, las chicas del Goretti, Flor, Mica y todas las jóvenes del Adoratrices, Dani y Mauro del Eva Perón, nos dieron cátedra de radio el jueves. Tal vez no de todos los detalles que hacen a una radio, y al cuidado necesario para hacerla de calidad y demás, pero sí sobre un aspecto nada menor, nos dieron cátedra de cómo hacer que la radio acerque a la gente, promueva la participación, mantenga entusiasta a los presentes. Fue lindo ver eso. Uno a veces se mata en pensar los contenidos pero descuida tanto una arista sin la cual la radio no existe, que es ver de qué manera se transmite emoción. Cuando Roberto del Belgrano, en la radio abierta del jueves, imitaba al conductor del programa de bailanta sabatina, o al cantante de Hip Hop, transmitía su dios interior, mostraba un poco el estado de su alma y eso cautivaba a las masas.

¿Alguna vez se pusieron a pensar si nosotros estamos en condiciones de mostrar algo muy, muy profundo de nuestro ser? Parece una tontera, pero lo digo en serio, lo planteo como un problema cultural de la adultez, ¿no será que la adultez consiste en una asimilación de pautas de represión cada vez más presentes que nos alejan, y si no lo trabajamos, nos alejan cada vez más, de eso que queremos expresar realmente, de eso que queremos decir para poder ser? Ayer los chicos nos mostraron que las ganas de decir son las que deben movilizar los contenidos y no al revés. Es como para llamarnos la atención, a veces se escuchan personas en la radio que pareciera que alguien obliga a decir lo que dicen, y lo hacen tan desafectados que uno como oyente clausura la experiencia de escucha sin ni siquiera dar chance a saber de qué va el contenido. Muchas personas hablan como autómatas que repiten un panfleto escrito por otros. En vez de hablar son hablados, y eso se nota, tanto que nos duele los oídos. En Tucumán pasa y mucho. Los jóvenes del Belgrano que participaron de la radio lo hicieron con tantas ganas que a lo mínimo que nos tiene que motivar es a querer seguir compartiendo con ellos un proceso de formación que los ayude a capacitarse para que puedan ir moldeando ese comunicador que llevan adentro.

Una perla de la radio abierta, de esas que se dan por casualidad, que no forman parte del programa inicial y que suelen entrar solo por fuerza del destino. En la semana habíamos hablado con una colega que está trabajando como docente en la Escuela Especial Braille, una escuela que como sabrán trabaja con jóvenes disminuidos visuales y ciegos. Están llevando adelante una experiencia de comunicación que se amolda mucho al espíritu de la Red de Jóvenes Comunicadores de Tucumán. Se acercaron ala fiesta del Mes del Niño y compartieron su trabajo y sus sueños con todos los chicos y chicas presentes. Fue realmente conmovedor. Mauro uno de los estudiantes de la Braille dijo en vivo “Siempre soñé con ser locutor y esta es la primera vez que hablo en un micrófono”, creo que con esa frase solamente tenemos que hacernos cargo de la impresionante responsabilidad que nos impone esta tarea, no? Muchas veces nosotros los adultos somos un poco los conductores de un barco que tiene entre sus tripulantes a la ilusión de los pibes. De nuestro trato permanente, de nuestra sensibilidad, de nuestro laburo más allá de lo que creemos que son las obligaciones a rajatabla, de ese laburo a que mueve la sensación de apuesta a futuro, el laburo que se hace porque uno se ve comprometido con una causa más que con una tarea puede depender que esa ilusión sea solo un sueño pasajero o se transforme en un proyecto de alma y vida. No es poca cosa, tal vez de eso estamos hablando cuando en encuentros y jornadas nos referimos a la reconstrucción de la trama social, de los lazos solidarios y de todo lo roto por un modelo social que se impuso a costa de hacernos creer que el individualismo a ultranza era condición sinequanom de los tiempos post modernos.

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Y que siga la radio, pasaron también Javier Kirschbaum y sus colegas de la experiencia de Huerta y Vivero que están haciendo en el Programa Chicos en Situación de Calle. Muy interesante el relato, muy piola eso de usar el hacer en y con la tierra para pensar en cómo nos alimentamos y de donde sale eso que comemos. Los jóvenes se mostraron orgullosos de esas tareas básicas que cuando uno las recupera se dice a sí mismo “la verdad que no están imposible comer la verdurita que yo mismo produzco, y es tan reconfortante. Cierra por todos lados”. A esta altura, ¿los proyectos de huerta y vivero no debieran ser contenidos obligatorios del sistema educativo formal? Por qué es que se la da tan poca importancia a que nuestras practicas son las que nos hagan reflexionar sobre los problemas y no que de todos nos enteremos cuando ya de grandes esos temas no nos tocan ni de cerca. Quien escribe esta nota, al menos tuvo que pasar largamente la barrera de los 30 años para tomar conciencia de la importancia de las huertas familiares ubicadas en la propia morada. Pero no solo en la escuela, sino en los medios y en todos los espacios con funciones de responsabilidad en nuestra formación dado que son las instituciones que nos ayudarnos a mirar, comprender, percibir y sentir el mundo se pone el acento en este punto. De ahí que haberlo hablado en la radio abierta de la semana pasada no haya sido solo una manera de cubrir contenidos sino de decir algo importante.


Y la tarde pasó, quedaron miles de cosas en el tintero, cosas que no pudieron ser dichas, porque el tiempo entre las noticias y los juegos, El Gente que busca gente, y la búsqueda del tesoro se pasó volando, y además los chicos se hicieron del dominio de ese fluir de minutos con mucha maña y habilidad. Así que a no lamentarlo, la radio nuevamente sirvió para decirle a los escuchas, “vengan acérquense este lugar es suyo”. Ya estamos ansiosos para hacer una nueva, José, José, andá preparando la cartelera de mensajes y pedidos de temas, che!

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